5 razones que te harán viajar a La Rioja
La batalla del vino de Haro
Si estás libre este 29 de junio, ya sabes dónde ir. Prepárate para remojarte en vino hasta acabar morado, literalmente morado. A primera hora de la mañana, en los Riscos de Bilibio, los jarreros y visitantes se preparan con todas sus armas (pistolas, cazos, mangueras…) para regar a cualquiera que pase por allí con puro vino riojano, hasta dejarlo todo empapado. Cuando se acaban las municiones – unos 40.000 litros – se vuelve en romería hacia la plaza de toros de Haro, donde se sueltan algunas vaquillas.
El Castillo de Clavijo
Quizá hay castillos más famosos, pero si te presentas en un día lluvioso en esta fortaleza árabe del s. X tu imaginación volará a la época medieval. Sus murallas semiderruidas, su única torre, sus vistas privilegiadas al valle te harán soñar en batallas, en señores feudales, traiciones y amores prohibidos de princesas y aldeanos.
Las pozas de Arnedillo
Los romanos ya conocían este pueblo de la Rioja Baja. Las aguas manantiales, que brotan de diferentes manantiales a 52.5 ºC son aprovechadas por el Hotel Balneario, pero otras fuentes, conocidas como pozas son de acceso libre, convirtiéndose en el lugar ideal para relajarse en invierno. Además, Arnedillo te regala paisajes tan bonitos como este, para pasear después de darte un buen baño.
El Mirador Pañueco
¿Cuánto hace que no te paras en un lugar impresionante para, simplemente, respirar? Este mirador es ideal para volver a llenar tus pulmones de aire puro. Además, tus ojos se enamorarán de las imponentes vistas de las Peñas de Islallana, impresionantes montañas atravesadas por el Río Iregua.
Los humos de Peroblasco
Créenos cuando decimos que no encontrarás ninguna fiesta tan original como esta en toda España. El último sábado de julio, este pequeño pueblo riojano – que fue abandonado en 1970 para volver a ser habitado en 1981; celebra la Fiesta del Humo. Una peculiar reivindicación en la que los habitantes quieren dar a conocer su existencia a través de la magia. Humos de diferentes colores salen de las chimeneas de las casitas, acompañados de música clásica y gaitas, que te hacen sentir protagonista de un cuento de hadas.
¿Nos vemos en La Rioja, entonces?
