5 cócteles para sentirte Don Draper

Laura Conde
Siempre es un buen momento para prepararse un trago y sentir que somos grandes hombres atormentados con un código ético críptico e irresistible o secretarias pizpiretas con vestidos coloridos a las que jamás se les mueve un pelo de su fantástico moño.

Y si ese discurrir de pensamientos lo hacemos con uno de estos cinco cócteles en la mano probablemente nuestra inmersión en el universo Mad Men será mucho más realista, más inquietante y, claro (todo tiene un pero), la vuelta a nuestra miserable vida mucho más dolorosa. Pero mientras esto no ocurra, soñemos que somos Draper y Joan con estos cinco tragos en la mano.

1.Singapore Sling

El componente exótico de este cóctel, una vez estamos inmersos en el ejercicio de dejar volar nuestra imaginación, nos vuelve locos. Fue inventado a principios de 1900 por Ngiam Tong Boon, un camarero del prestigioso hotel Raffles de Singapur.

En un principio se le llamó Straits Sling (el término Sling hace referencia a cómo se denominaban en aquel entonces las bebidas alcohólicas), pero como obtuvo tanto éxito en Singapur al final se quedó con el nombre de la isla.

La receta original, a base de ginebra y Cointreau, ha ido evolucionando hasta nuestros días, sin perder nunca su condición de trago de gran potencia, para bebedores experimentados, aunque con un irresistible toque dulzón. El Singapore Sling fue, de hecho, uno de los primeros cócteles que se conocen que empezó a servirse frío, a principios del siglo XX, pues hasta ese momento no se había prestado especial atención a la temperatura de los brebajes. Esta receta, una readaptación de la original, es de FizzBartenders, una compañía especializada en coctelería de vanguardia que ofrece sus servicios en caterings y eventos.

[redbox text=”Se puede decorar con una guinda y un trozo de piña natural.” position=”left”]

Receta:

  • 4 cl de ginebra.
  • 0,5 cl de Cointreau.
  • 2 cl de licor de cereza.
  • 0,5 de DOM Benedictine.
  • 1 cl de granadina.
  • 3 cl de zumo de limón.
  • 1 gota de angostura.

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Introducir en una coctelera todos los ingredientes con hielo abundante y batir enérgicamente hasta que la coctelera esté bien fría. Servir en un vaso de trago largo o Highball, con hielo abundante.

 

2. Negroni 

Florencia. Años 20. La alta aristocracia ilustrada se reunía en esta ciudad para sobrellevar en grupo el Síndrome de Stendhal que a cualquiera que tenga un mínimo de corazón le sobreviene cuando se planta en la Piazza del Duomo. Allí bebían, reían, charlaban de temas culturales y políticos y se negaban a sostener entre sus manos de sangre azul nada que no alcanzase un grado de sofisticación acorde al decorado en que se hallaban. Así fue como el conde Camilo Negroni y el intrépido barman Fosco Scarselli, en una de sus reuniones en el famoso Cafe Casoni, decidieron añadir una novedad al clásico Americano que invariablemente se pedía el conde. Al vermú y Campari del cóctel habitual decidieron añadir, ahí es nada, dry gin a partes iguales. El éxito fue inmediato y el barman decidió bautizar a su criaturita con el nombre de su cliente.

Receta:

  • 30 ml de ginebra.
  • 30 ml de vermú dulce.
  • 30 ml de Campari.
  • Soda (opcional).
  • 1 rodaja de naranja.


Verter el hielo, la ginebra, el vermú y el Campari en el vaso, y remover con una varilla.

Colar en la copa de cóctel o en vaso alto si se le añade soda (pero estamos en Mad Men, ¿os acordais? ¿de verdad alguien va a añadirle soda al Negroni?). Decorar con una rodaja de naranja.

negroni

 

3. Tom Collins

¿Quién debió ser Tom Collins? Os preguntaréis. La respuesta es nadie. Tom Collins no existió, pues el inventor de este bastión internacional de los tragos largos fue John Collins. ¿Y por qué se llama Tom Collins un cóctel que inventó alguien llamado John Collins, quien, por cierto, no era para nada un excéntrico gentleman que se atusaba el sombrero mientras agarraba de la cintura a una rubia platino, sino un jovenzuelo mozo de almacén? Porque a John Collins le encantaba la ginebra Old Tom, un gin dulce, sedoso, al que le añadía azúcar, zumo de limón y un chorro de soda.

De la mezcla entre el nombre del mozo y el de la ginebra que le dio la fama surge este trago arrebatador que durante años ha reinado en las barras de todo el mundo, hasta que poco a poco la tónica ha ido ganando terreno al limón hasta llegar a nuestros días, en que el gin-tonic se ha sentado en el trono del reino de los combinados y no parece tener ninguna intención de abdicar.

Receta:

  • 1 cucharadita de azúcar.
  • 30 cl de zumo de limón.
  • 50 cl de ginebra.
  • Soda.

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Pese a que el Tom Collins se ha consumido tradicionalmente en un vaso alto, cada vez son más los cocteleros que disfrutan transgrediento las normas y lo sirven en un vaso bajo, tipo mojito. Cualquier opción es buena siempre que se disuelva bien el azúcar en el zumo de limón, se añadan tres cubitos, ginebra y se rellene con soda hasta completar el vaso. Canela fina.

 

4. Bloody Mary 

La verdadera historia de este cóctel de sugerente nombre se ha perdido en los anales de la historia. Circulan varias teorías sobre dónde y cómo se inventó este brebaje, que para muchos nació en Nueva York y para muchos otros en París, en 1921, en el bar New York, de la mano del barman Fernand Petiot. Al parecer, su nombre podía hacer referencia a la reina María I de Inglaterra, que recibió este apelativo por parte del pueblo tras decretar una sanguinaria persecución de protestantes en el siglo XVI. De hecho, existe una leyenda terrorífica con el mismo nombre (Bloody Mary), muy extendida en la época, que aseguraba que si te plantabas delante de un espejo y pronunciabas tres veces su nombre, María I salía de detrás del espejo y te desfiguraba o te mataba.

Receta:

  • 60 ml de vodka.
  • 120 ml de zumo de tomate.
  • 3 ml de salsa Perrins.
  • 3 gotas de tabasco.
  • Sal.
  • Pimienta.
  • 10 ml de zumo de limón.

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Mezclar el vodka y el zumo de tomate. Añadir el zumo de limón y el resto de ingredientes. Licuar para que todo quede bien mezclado (a poder ser con la coctelera). Añadir el hielo en último lugar, pues es muy importante, especialmente en este cóctel, que no se derrita del todo.

 

5. Dry Martini 

Woody Allen ha sido uno de los artistas que mejor ha captado la esencia del Dry Martini en aquellos años de la Ley Seca, cuando sólo se podía beber en la clandestinidad y, claro, las ginebras eran de una calidad pésima. Sólo los ricos, en sus caserones del Upper East Side neoyorquino conseguían ginebras delicatessen, como retrata el cineasta en su película La rosa púrpura de El Cairo, que muestra como la jet de Manhattan prepara Dry Martinis en su casa antes de salir a quemar la noche a algún club nocturno. Personajes como Hemingway, Cary Grant o James Bond también han contribuido a dotar a este combinado de la pátina de leyenda que le acompaña hasta nuestros días.

[redbox text=”Personajes como Hemingway, Cary Grant o James Bond también han contribuido a dotar a este combinado de la pátina de leyenda que le acompaña hasta nuestros días.” position=”right”]

El origen del Dry Martini no está muy claro: pudo ser en Nueva York, Londres o San Francisco. Y aunque hay varias teorías a nosotros nos gusta creer la que sitúa el origen de este brebaje en Nueva York, alrededor de 1910, cuando el magnate Rockefeller visitó el Hotel Knickerbrocker y le pidió al barman, llamado Martini di Arma di Taggia, un cóctel especial, que acabaría llevando su nombre. Esta historia fantástica, con este barman de nombre novelesco y aquel lejano magnate solitario al que los dólares no lograban hacer feliz sólo tiene un pero: Rockefeller era abstemio, pero…, ¿de verdad a alguien le importa?

Receta:

  • 60 ml de ginebra.
  • 45 ml de vermú seco.
  • 1 aceituna verde.

 

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Mezclar todos los ingredientes en una coctelera, batir enérgicamente y servir en una copa Martini. Por último, decorar con una aceituna en el fondo de la copa.

Si al pensar en Draper, en James Bond, en aquellos clubes clandestinos de los años 20 en Chicago y en lo bien que te sienta un buen chorro de vodka en aquellos días en que el cuerpo te lo pide a gritos, te han entrado unas ganas locas de aprender a elaborar brebajes en casa, aquí tienes algunos cursos de cata y coctelería para que tú también puedas sentirte como aquellos barmans lejanos que un día, sin darse cuenta, crearon los combinados más célebres de la historia.