1 año en 1 post por Lorenzo Silva

Silvia Carreño

Lorenzo Silva (Madrid 1966)

Con más de una veintena de obras surgidas de su espíritu literario, Silva consiguió llegar al gran público con El alquimista impaciente, la novela con la que ganó el Premio Nadal en el año 2000.

El alquimista impaciente fue su primera novela llevada al cine, pero no la única. Le siguió en la cartelera otra de sus obras, La flaqueza del Bolchevique, protagonizada por Luis Tosar y María Valverde

Silva nos sorprende ahora con su última novela ‘El blog del Inquisidor‘, que une dos mundos en principio muy lejanos, una historia del siglo XVII que sirve de metáfora para contar el oscuro pasado de un hombre del siglo XXI. Y todo ello, a través de su blog.

Un año es muchos años. Tal vez en la memoria colectiva, o mejor dicho en esa forma amañada de ella que recogen los periódicos o los libros de Historia, éste sea el año del hundimiento del capitalismo financiero. También lo será para mucha gente a la que le ha tocado en su pequeña esfera vital alguna de las devastadoras consecuencias de ese percance global. Muchos recordarán este 2008 como el año en que les aplicaron el ERE, les ejecutaron la hipoteca o tuvieron que cerrar el negocio en el que habían invertido años de afanes. Todas esas memorias pintarán de negro (o de rojo, según el talante de cada cual) esta cifra redonda, par y aciaga.

Pero con ser la versión mayoritaria, ni es la única ni tiene necesariamente por qué ser la más perdurable. Muchos elegirán, pese a todo, recordar el 2008 como el año en que un negro se sentó en el trono mundial: un giro en el curso de la Historia bastante mayor que la caída de Constantinopla. Desde que el hombre es hombre, unos han nacido para mandar y otros para obedecer, y hasta ahora se permitía alguna excepción, pero no de tanto calibre como el acceso al puesto de monarca de quien nació para súbdito (sí, ya sabemos que en EE.UU. hay elecciones y cámaras legislativas, pero en la práctica, durante los 4 años que le han entregado las urnas, Obama podrá actuar como el César del todavía prevalente Imperio Americano). Para el nuevo presidente y sus seguidores, 2008 no sólo no será una fecha funesta, sino todo lo contrario. Como le sucederá también al jefe de esta ínfima provincia del Imperio, que no podrá olvidar el subidón de haber sido invitado a sentarse por primera vez a la mesa del César en la mismísima Washington, resarciéndose de cinco años de dolorosos ninguneos y desaires.

Pero junto a estos 2008, que no pasan de ser una realidad virtual, está el real, el nuestro. Y nuestra irreductible libertad de pensar e imaginar nos permite contar otro cuento. Puede ser el año en que nos perdimos, pero también el año en que nos encontramos. Yo, personalmente, lo recordaré con gusto.
Con perdón.

Gracias por compartir tu visión de 2008 Lorenzo.